El universo visto por el ojo de la cerradura

Llegaste al chorro de agua. Para abrirlo te subiste a un banquito. El agua caía sobre la flor y tus manos y vos sentías que el agua se iba deslizando por toda tu piel y cerrastes los ojos, mareada de placer inexplicable, y entonces pasó un siglo.
-Se me cayeron los pensamientos, mamá -explicaste después, señalando la rejilla del piso-. Se me cayeron y se fueron por ahí.
Eduardo Galeano - Días y noches de amor y de guerra
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